
El estado checo, antes conocido como Bohemia, se formó en el
siglo IX d. C. como un pequeño ducado en torno a Praga en el seno del entonces poderoso Imperio de
Gran Moravia. Tras la disolución de este imperio en 907, el centro de poder pasó de Moravia a Bohemia bajo la dinastía
Premislidas y desde 1002 el ducado fue formalmente reconocido como parte del
Sacro Imperio Romano.
3 4 En 1212 el ducado alcanzó la categoría de reino y durante el gobierno de los reyes y duques Premislidas y sus sucesores, los
Luxemburgo, el país alcanzó su mayor extensión territorial en los siglos XIII y XIV. Durante las
Guerras Husitas el reino tuvo que sufrir embargos económicos y la llegada de caballeros
cruzados de toda Europa. Tras la
batalla de Mohács en 1526 el Reino de Bohemia pasó a integrarse gradualmente en los dominios de los
Habsburgo como uno de tres dominios principales, junto al
Archiducado de Austria y el
Reino de Hungría. La derrota de los bohemios en la
batalla de la Montaña Blanca, que significó el fracaso de la revuelta de 1618-20, llevó a la
Guerra de los Treinta Años y a una mayor centralización de la monarquía, además de a la imposición de la
fe católica y la
germanización. Con la disolución del Sacro Imperio Romano en 1806, el reino de Bohemia se integró en el
Imperio austríaco. Durante el siglo XIX las tierras checas se alzaron como centro industrial de la monarquía y después como núcleo de la República de
Checoslovaquia que se creó en 1918, resultado del colapso del
Imperio austrohúngaro en la
Primera Guerra Mundial. Después de 1933, Checoslovaquia era la única democracia de toda Europa central y del este.
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